HABITARES
REVERSIBLES de
la mujer, el arte e internet Remedios Zafra |
El
arte de las mujeres con conciencia de ser mujeres trata sobre mujeres,
sobre identidades ausentes pero también sobre sus devenires [1] .
Sabemos que hay muchos seres entre un hombre y una mujer; proceden de mundos diferentes, nacen en el viento, forman rizomas alrededor de las raíces; no pueden entenderse en términos de producción, sólo en términos de devenir. Teniendo
en cuenta que la mujer ha sido uno de los “otros” visibilizados en la
segunda mitad del siglo XX, nos encontramos con la dificultad que supone
para la mujer, como un "otro" excluido del juego social, desmontar
su imagen pasada y darse forma a sí misma, hecho sólo posible si nos
dirigimos a ese territorio del ser que es más un habitar que
un lugar habitado, más un construir (intransitivo) que una forma construida.
Territorio-s temporal-es que, en sintonía con la época que vivimos,
rehuyen de todo esencialismo, habitares provisionales y siempre
reversibles. De hecho, la mayor parte de los debates estéticos mediante
los que las mujeres se han manifestado y consolidado desde los años
sesenta han estado protagonizados por “mujeres que hablan sobre ellas
mismas” (desde enfoques críticos y feministas) y reflexionan no sólo
sobre una identidad histórica ausente sino de manera especial sobre
su “querer ser”. En
la necesidad de integrar social, económica y políticamente a las mujeres
(invirtiendo los modelos tradicionales de exclusión) se dibuja el contexto
histórico más reciente, teñido por teorías y prácticas de revisión de
la racionalidad científica y crítica al esencialismo. Contexto
marcado por un gran logro: el hecho de que en las últimas décadas la
situación de la mujer haya cambiado (social, económica y políticamente)
más que en siglos de dominación patriarcal. Todo ello debe ser considerado
un signo definitorio de la época que vivimos, si bien en los últimos
años noventa nuevas mudanzas provenientes de las tecnologías de la comunicación
aportan otras variables y definen el terreno diferencial donde estos
cambios están aconteciendo: una sociedad en red. En
un mundo en red, interfaceado por la máquina, es “lo que nos cualifica”
no “lo que nos identifica” lo que dibuja las nuevas subjetividades,
siempre representadas. Pero ¿dónde quedan y cómo se articulan los discursos
y las teorías de las mujeres que hablan sobre mujeres en el reino de
lo ciber, de la variedad, de lo simultaneo, provisional y posible?
¿qué aportes diferenciales puede ofrecer la tecnología y concretamente
Internet al cambio político, social y económico de la mujer? Desde
luego, tecnología y mujer no han sido buenas aliadas y si, de alguna
manera, han estado vinculadas la relación ha sido infrecuente y normalmente
acontecía en los ámbitos de producción primarios más básicos y mecánicos.
Intentar descubrir y forzar relaciones que justifiquen su vínculo en
otra época no deja de ser un intento por marcar huellas falsas en el
camino andado, o, cuando menos, de buscar sugerentes metáforas que suavicen
la distancia entre la mujer y los sistemas de producción de poder a
lo largo de la historia. Si bien, son las últimas décadas las que confirman
que la limitación que la mujer ha tenido hacia la máquina se está convirtiendo
en una noción retrospectiva; y aunque todavía coletee la herencia de
una tecnofobia femenina, en nuestros días (y mirando al futuro)
la relación difiere, sin duda, de la del pasado. Nuevos caminos de acción
y opinión para el cambio social y político de la mujer y también nuevas
prácticas artísticas perceptivas e irónicas, críticas pero no nostálgicas,
están siendo mediados por las tecnologías. El
net.art es un arte de gramáticas sociales que tiene en el desmontaje
de las esferas pública y privada, en las colectividades on line y
en la (des)construcción de subjetividades potenciales e imaginables,
algunos de los campos de acción e investigación artística más recurrentes
en los discursos feministas en torno a la red. Así pues, en las obras
de net.art hechas por mujeres confluyen, directa o indirectamente, dos
metalenguajes: el que pone en escena los desajustes del llegar a ser
de las “subjetividades” (mujeres que hablan sobre mujeres) y el que
reflexiona sobre el carácter diferencial del medio (códigos que hablan
sobre una sociedad en red). En
este sentido, el net.art no limita el uso de la red al carácter instrumental
y de exposición del medio, Internet pasa a ser un nuevo espacio para
habitar, donde el arte que le es propio, al que llamamos net.art, no
es ya un arte de objetos, es un arte pensador del medio más que pensado
para el medio. Un arte donde la palabra y su acción ejemplifican un
momento en que lo dicho -lo escrito- (como teoría o como práctica artística)
dibuja uno de los caminos más iluminados en el deambular artístico contemporáneo.
El
net.art es un arte de gramáticas sociales, un arte donde el interfaz
como nuevo campo de mediación intersubjetiva replantea las nociones
de esferas pública y privada, posicionándose en términos de resistencia,
desconstructivos, cuestionando y proponiendo nuevas maneras de ser en
un espacio (la red) que parece permitir relaciones horizontalizadas. Las
creaciones de la mujer históricamente consideradas cultura de gineceo,
pinturas y encajes proclamaban hasta hace bien poco que el único ámbito
de participación de igual a igual quedaba reducido a la seducción [2]
, a un orden de horizontalización efímero siempre retornado a la
jerarquización mediante alguna (metafórica o directa) incursión de la
verticalidad. Hoy, bajo la presión de esta identificación y el cuestionamiento
de la historia sexual de nuestra cultura vemos como se derrumba la falocracia. Las
mujeres, como todos aquellos “otros”, se posicionan en los nuevos media
como vectores de descontrucción y desterritorialización, y muestran,
como don deleuzeano, formas reversibles de acción, mediante esa
capacidad liminar y fronteriza de “personificar, imitar y entrar en
intersección con una infinidad de “otros”
[3] . En este sentido, las producciones en red hechas por mujeres nos hablan de nuevas estrategias de desplazamiento [4] . De esta manera, podríamos decir que la clave del que habita en Internet es el hecho de poder “cruzar fronteras” [5]; pero no sólo las fronteras que lo sitúan en “espacios” diferentes sino las del mismo cuerpo y las del rostro. En Internet se alimenta una conciencia nómada como postura epistemológica pero también política. Recordemos las palabras de Deleuze y Guattari “el rostro es una política” [6], y en consecuencia el hecho de que la rostrificación (aun reversible) mediante interfaz suponga también un gesto político. Mujeres y hombres podemos prescindir en el gesto virtual del rostro que en otro tiempo nos marcaba un futuro predecible, y así, crear un rostro como confluencia de ausencias e intensidades. Rostrificamos de manera simulada el interfaz, y al hacerlo superamos las limitaciones de un cuerpo dibujándonos en lo que nos cualifica, temporalmente, nunca en lo que nos identifica. Ahí, en ese interfaz internetizado que exterioriza una presencia ausente habitamos como subjetividad. Net.art
como Brandon de Shu Lea Cheang ha sabido integrar metafórica
y funcionalmente las posibilidades de la red para escenificar los desajustes
del género y sus devenires. Brandon, un ser real, que
nació mujer, rostrificó la ausencia que le impedía ser “el hombre que
quería ser” y la convirtió en presencia, en ficción. El proyecto de
Shu Lea utiliza la red, un media donde el cuerpo se (re)hace con palabras
y código a gusto del usuario, no sólo como máscara tecnológica sino
también como lugar de encuentro y debate sobre cuestiones de género. Parece
claro que Internet supone la materialización de una nueva ontología
de las identidades y del lenguaje, es decir, ofrece al individuo la
posibilidad de “hacerse y deshacerse”, así como de relacionarse mediante
nuevas formas comunicativas que cuestionan los paradigmas de linealidad
y narratividad. Pensemos en las obras de Lialina, My boyfriend come
back from the war por ejemplo, donde se suscitan nuevas formas de
narrar fragmentadas, en un contexto de guerra real pero también representado,
abocadas a la división continua en mínimos marcos-escenarios de la pantalla
donde pueda tener lugar la comunicación. O en su proyecto FTP (File
Transfer Protocol) donde las narraciones esta vez son sobre procesos
de comunicación implícita de las máquinas; evidenciación de lo que permanece
oculto (tras el asfalto de la World Wide Web), de lo que sustenta
los intercambios entre máquinas (personas) conectadas. Procesos internos
de transferencia a partir de cuya visualización estructural resulta
inevitable comparar máquina y humano, e identificar las vísceras del
dispositivo y los protocolos de transferencia e intercambio maquínicos
con nuestro propio interior y con las gramáticas emocionales de nuestra
comunicación. Narratividad
que también se cuestiona en los trabajos de Dora García. Búsquedas hipertextuales,
esparcidas, goteos de aforismos como versos distribuidos que fluyen
sin orden preestablecido de lectura, latidos de corazón (Heartbeat):
el net.art de Dora García en contacto con procesos íntimos de comunicación
a salto de pantalla. Pero también, búsquedas de lenguaje a través de
la creación colectiva. Dora García en su última obra diluye fronteras
y propone pasar de la presencia física de la performance, a la asincronía
de las listas de correo electrónico y al poder mnemotécnico de la data
base en la web donde crea un interfaz con “todas las historias del
mundo”. Los lenguajes compuestos por insertos de frases cortas, órdenes
e historias resumidas en pocas palabras, nos hablan de un nuevo lenguaje
más allá de la mera hipertextualidad, un lenguaje en proceso, una acción
hecha trazo, una mínima pista de lo que acontece, siempre a la espera
de ser ampliado o modificado. La horizontalización en Internet tiene lugar mediante estrategias de desplazamiento; “ser por otro”se convierte en inevitable para todas y todos, como proceso de utilización de los campos de mediación y representación simbólica mediante dispositivos tecnológicos. Horizontalización mediante formas rizomáticas de habitar un lugar que es más bien un tiempo, un no lugar. Formas rizomáticas (recordemos a Deleuze [7] ) que sugieren formas de pensamiento y de relacionarnos opuestas a la verticalidad de las raíces convencionales. Formas no falocéntricas, que nos hacen pensar, tal como indica Braidotti, en una nueva ontología política nómada, “una forma de resistencia política a las visiones hegemónicas y excluyentes de la subjetividad” [8]. Formas que hablan de una visión posthumana de la subjetividad, y que Donna Haraway representa en la teoría del cyborg [9] .
Con la tecnología la lógica binaria de la identidad queda subvertida. Ahora podemos construir identidad e incluso género. El trabajo de Victoria Vesna: Bodies Incorporated puede ser, en este sentido, ilustrativo. La posibilidad de crearnos de manera artificial un cuerpo y una personalidad a la carta (sujetos posthumanos) en este caso, mediante injertos, plagios, intercambios de caras, brazos, torsos, piernas ... hechos de aire, cristal, tierra ... la posibilidad de elegir sexo, sexualidad, personalidad, e interactuar con otros, sobrepasa la apariencia lúdica del proyecto y cuestiona un futuro (no de ciencia ficción) donde las tecnologías permitirán a niveles más cotidianos la utilización de sofisticados cuerpos (interfaces) de usar y tirar. Estas estrategias de (auto)creación están basadas en el injerto, en la re-contextualización de fragmentos, en el copy-paste, y convierten el interfaz, como campo maquínico de mediación intersubjetiva, en un nuevo espacio epistemológico del ser. Cuerpos articulados con escrituras digitales que interrumpen los discursos de la dualidad cuestionando la inmóvil "mismidad" del sujeto en las múltiples morfologías del interfaz, condicionando su inscripción y acción social al efímero de su duración, a su genuina temporalidad y total contingencia. En
Internet se está creando una zona en la cual todos “los canales y sentidos
se enredan en la impura promiscuidad de todo lo que toca, rodea y penetra
sin resistencia” [10]
. Zona en la que ya no tenemos un cuerpo sexuado para escondernos,
sino un interfaz polivalente con el que actuar; donde la determinación
que la edad, la raza o el sexo inducen en el mundo físico queda desmantelada
en su estructura material. Se “desdibuja” sistemáticamente la diferencia
sexual y además puede detenerse el tiempo generacional. La huida de
las apariencias en la pantalla, en las imágenes oscilantes, supone la
huida de los cuerpos y de lo material, un viaje a otros espacios donde
los individuos “se separa(n) a sí mismo(s) de los fundamentos, de su
relación empírica con la matriz que pretende(n) investigar”
[11] . La materia de nuestro cuerpo parece quedar atrás y aparece
sólo como una “pantalla de protección-proyección” [12]
. En este contexto monitor e interfaz pueden ser entendidos como
pliegues de nuestra nueva ropa sugiriendo, en cierta manera, “algún
tipo de espacio real más allá de las pantallas, algún lugar que no puedes
ver pero que sabes que existe”
[13] . Habitar
interfaceado que permite entender la horizontalización también como
desjerarquización y proceso de feminización de la cultura, entendida
no como aquello vinculado a la vulnerabilidad e inestabilidad otorgado
a lo hecho por la mujer, sino a la utilización de la tecnologíapara
el pensamiento y la acción política desde un rechazo al principio común
de dominación y a la liberación de los hábitos hegemónicos de pensamiento,
hecha a través de desplazamientos sucesivos, como indica Braidotti “sin
una unidad esencial y contra ella”. Una feminización que en relación
al arte también nos hablaría de la liberación del inconsciente reprimido
y excluido (con el que se identificaría la mujer, y todos aquellos “otros”)
y como orientación positiva de "lo otro viviente", lo "otro
salvado", lo "otro ya no amenazado por la destrucción" [14] . Feminización
que no será posible sólo gracias a las tecnologías, no olvidemos que
los dispositivos tecnológicos pueden facilitar o reprimir formas de
ser pero son las ideologías y la voluntad de cambiarlas el verdadero
motor que culmina la consecución de los cambios sociales. 3.
HABITAR DISCONTINUO: DEVENIRES DEL NO-SENTIDO Una
nueva lectura extraída del vínculo Mujer, Arte e Internet es la creación
de un ámbito para el “no sentido” [15] , Internet
como espacio para la mentira. Allí, en ese campo donde el sujeto desaparece
y se maquilla un personaje es donde ha estado la mujer históricamente,
y donde algunos sitúan la feminidad (el ser alienado de la mujer) cuando
la alianza de las apariencias se enfrenta al sentido envolviéndolo en
un ritual lúdico. Pensemos
en el uso del chat por ejemplo, uno de los casos más claros y
de mayor aceptación y uso social donde el individuo, sin cuerpo propio,
se vuelve apariencia pura, “construcción artificial donde se adhiere
el deseo del otro”
[16] , donde la mentira potencial alcanza su mayor grado, la duda,
el misterio del que está detrás, del que tú quieres ser. Sin embargo
su especificidad respecto a otros dispositivos como el e-mail
viene del lado de la delimitación de un espacio de consentimiento del
“no sentido”, donde quien entra asume que accede a un espacio de ficción
que puede ser más real que la propia realidad. Los distintos niveles
de manifestación del lenguaje tienen lugar y esconden una totalidad
abstracta, lo que no se dice y sin embargo circula como pacto implícito
entre los chateadores en busca de la práctica seductora, generando
un diálogo de preguntas y respuestas sobreentendidas, donde la lógica
ritual alcanza su mayor grado. Baudrillard diría que “la ausencia seduce
a la presencia”, para Virilio sería tal vez una “estética de la desaparición”.
Ritual
que podemos ver también en Intruder, uno de los últimos proyectos
de Natalie Bookchin, donde las escenas se articulan bajo la apariencia
engañosa de un videojuego que se convierte en ritual cuando se descubre
que no hay más que un destino posible. Bookchin crea distintos escenarios
a partir de la trama (una historia de pasión y celos de dos hombres
que luchan por una mujer) donde no hay marcianos que matar, no hay puntos
que conseguir, sólo una historia generada a través del análisis crítico
e irónico de la narración mediante dinámicas fragmentadas por distintos
juegos interactivos. El papel de la mujer en la historia no cambia,
simplemente se desplaza a un ámbito distinto al de la historia original
(un cuento de Borges), sigue cosificada, esta vez como pelota o trofeo,
como objeto de deseo y recompensa del ganador, un destino inmodificable
en la narración, un juego engañoso y falso donde todo está escrito.
Por
otra parte, no olvidemos que en Internet el poder latente de falsificación
de lo visible y recreación de lo inconsciente mediante pliegues de vestidos
que cubren los cuerpos -desbordando sus actitudes y ayudando a superar
su contradicciones- tiene también una lectura del lado de los pliegues
que ciñen. Decía Nietzsche: “(n)o creemos que la verdad siga siendo
verdad cuando se le quita el velo”. En este caso, los pliegues de agua,
ajustan y revelan el cuerpo mejor que la desnudez. Así, los pliegues
de aire pueden dibujar un ser inventado pero los mojados se convierten
tan sólo en una pantalla de protección para mostrar la realidad más
“real” y obscena. En estos pliegues que ciñen encontramos muestras
de net.art como Parthenia, trabajo sobre el maltrato a la mujer,
donde la simulación de lo real es abyecta como la verdad, más verdadera
que lo verdadero (“tal es el colmo del simulacro”) recordándonos, como
diría Baudrillard, que “lo real en general es la forma abolida y desencantada
del mundo”. 4.
HABITAR REVERSIBLE: DESMONTAJES DE LAS ESFERAS PÚBLICA Y PRIVADA En
Internet el mundo (nosotros) existe en nuestros representantes temporales,
en el e-mail, en el chat, en la WWW, ... en la
interacción concluida. El mundo en Internet puede ser “un chapoteo,
una polvareda”, una estela que se autodestruye cuando finaliza la comunicación
o, también, una “intermitencia” presente incluso cuando sólo hay ausencia.
En Internet aquella idea de Deleuze[17]
en relación al pensamiento Leibniziano que sugiere una percepción
por texturas y no por estructuras, tendría un referente. Las texturas
son las que conforman múltiples posibles formas de ser y hacer en la
red, son las que liberan el inconsciente (como quien se disfraza para
dar rienda suelta a sus facetas más escondidas y liberadoras). Texturas
y pliegues que se convierten en autónomos y desbordan el cuerpo, bien
para destruirlo, elevarlo o reestablecerlo, pero siempre para “darle
la vuelta y moldear su interior”. En
una sociedad en red el interfaz conforma nuestra nueva casa, las paredes
son delimitadas por la máquina de procesamiento de datos. La máquina
que cada vez más, recordemos a Deleuze y Guattari, no es sólo técnica
sino “máquina social”. En este sentido, pensemos cómo el sistema de
suministro de información mediado por máquinas cambia y ello suscita
mudanzas en la esfera pública atendiendo a la configuración tradicional
de los espacios de acción. No olvidemos que hasta hace muy poco los
hábitos de hombres y mujeres estaban condicionados por rutinas que les
obligaban a salir de casa a comprar, trabajar, formarse y establecer
contacto con otras personas. Ahora tenemos redes digitales de gran capacidad
para transportar información y facilitar diversos tipos de relaciones
cuándo y dónde queramos. Pensemos que el viejo tejido social, ligado
mediante una obligatoria convivencia de lugar y de tiempo, ya no es
coherente
[18] . Todo ello reconfigura los espacios públicos y los espacios
privados, y sugiere una dispersión y fragmentación de las estructuras
que, en función del género, han ubicado a las mujeres en los entornos
domésticos. Por
otra parte, la diáspora de trabajadores de las empresas a los entornos
privados (fruto de la desubicación del trabajo y del abaratamiento y
eficacia del teletrabajo) es ya una realidad y su continuidad obligará
a replantear las relaciones familiares y laborales de hombres y mujeres.
Esta nueva situación reclama mujeres receptivas a las nuevas tecnologías
y dispuestas a enfrentarse a ellas de manera crítica y creativa. Las
nuevas escuelas y los nuevos trabajos están detrás de las pantallas
y suscitan que no sean las mujeres las que salgan del entorno doméstico
sino que los hombres se incorporen al mismo y que sea el trabajo (que
hasta hace poco requería un desplazamiento) el que les permita no desplazarse
a unos y otros de sus casas. Éste es sólo el inicio de una zona sinestésica [19] que llega a lugares públicos,
museos, universidades, empresas, administraciones, pero también y muy
especialmente a espacios domésticos y privados, a los que tradicionalmente
ha estado relegada la mujer. El
espacio doméstico y su consideración como algo “femenino” ha sido objeto
de crítica y debate por amplios sectores feministas en los últimos años,
y tema ha tener en cuenta cuando hablamos de la relación de las artistas
con una tecnología como Internet. Pensemos que en la red se conjugan
los espacios públicos (de relación e interacción social -virtuales-
y de producción) con los espacios privados (las células interconectadas
de la red), como ya hicieran las primeras feministas que organizaban
sus acciones en entornos privados donde planeaban sus campañas públicas
de crítica y reivindicación política. Este vínculo suscitado ahora por
las redes de comunicación ha de ser aprovechado para la emancipación
creativa y no para acentuar la clasificación y ubicación genérica que
condena a las mujeres a espacios privados. La
actividad teórica en la red no permanece al margen de esta reflexión
sobre la reestructuración del trabajo en la nueva economía de mercado.
Desde Internet no solamente se difunden campañas que denuncian estas
situaciones y promueven acciones coordinadas, sino que se desarrollan
campañas de formación sobre las nuevas políticas de la economía global
y sobre la materialización de las mismas, y se invita a las mujeres
a participar y a adentrarse en proyectos digitales ideando nuevas uniones
que reconcilien la mujer con la máquina. Estas
nuevas posibilidades han generado desde principios de los noventa una
conciencia particularmente activa entre las artistas que trabajan en
Internet. De hecho, el manifiesto ciberfeminista tiene su origen
en un colectivo de artistas (VNSMatrix) que rodean la cultura
de alta tecnología, explorando la construcción del espacio social, la
identidad y la sexualidad en el ciberespacio, y que pretenden superar
las concepciones que desean alienar a la mujer de los aparatos tecnológicos
y sus productos culturales. Con este propósito surge el Ciberfeminismo,
para el que no es aceptable consentir que los sistemas políticos y económicos
consideren problemas como la reclusión de la mujer a la economía doméstica
y su mantenimiento en un permanente invisible, exclusivamente privados.
En esta línea, proponen una clara resistencia a todas aquellas consecuencias
políticamente regresivas para la mujer, así como un análisis de la división
del trabajo por géneros mantenida y alimentada desde estructuras hegemónicas.
Con esta política de acción se pretende superar la idea de que feminismo
y tecnología son una pareja forzada, así como reconocer en los nuevos
dispositivos tecnológicos un potencial relevante cuyo impacto personal
y político nos habla de nuevas oportunidades para la disidencia de la
mujer respecto a los papeles asignados por la tradición. 5.
HABITAR COLECTIVO: POLÍTICAS DE ACCIÓN Y CIBERFEMINISMO Lejos
de las teorías implícitas y los mitos sobre el artista aislado y apartado
de lo social, las artistas feministas practican un arte deliberadamente
incisivo en el contexto social desde posiciones, en muchos casos, colectivas.
Sus prácticas artísticas (políticas) han pretendido trascender la acción
simbólica en una acción efectiva donde poder disolver las barreras entre
arte y vida. Ya en los setenta artistas de la performance utilizaron
estrategias de visibilización de las condiciones de trabajo y vida de
las mujeres, para ello basaron sus proyectos en la evidenciación del
trabajo doméstico, que repetían de manera monótona y ofrecían a tiempo
real. Con este propósito de incidir en el contexto social resultó inevitable
que comenzarán a utilizar los medios de comunicación para poder llegar
a audiencias más amplias. Pensemos que los medios fuerzan el acontecer
de las cosas, dan cuenta de lo que pasa y suscitan opinión, generan
afinidades y disconformidades y sobre todo, propician cambios. Así
pues, el vínculo mujer artista-mujer activista ha sido en los últimos
años muy frecuente. En este sentido, podemos comprobar, desplazándonos
entre la frontera que une (y separa) lo político y lo estético, que
la mayoría de las ciberfeministas desarrollan sus propuestas
desde posiciones artísticas, por lo que resulta lógico considerar muchos
de sus proyectos y dispositivos de encuentro y acción en la red (OBN,
VNSMatrix, ...) como ejemplos del más significativo net.art hecho por
mujeres. No sin motivo en el Ciberfeminismo, como en otras formas
de acción política en Internet, se sugiere una imagen del activismo
como arte y de los principios operativos convertidos en complejas formas
de producción simbólica y poética, como también propusieran el Teatro
de la Resistencia Electrónica
[20] en sus acciones de apoyo y crítica política. Proyectos como
el ingenioso e irónico Old Boys Network, primer espacio dedicado
al Ciberfeminismo, o como Face Setting desarrollado por
Kathy Rae Huffman y Eva Wolghemuth, ambos surgidos en Europa, proponen
un espacio de encuentro y la creación de dispositivos de comunicación
y activismo (social o/y artístico) on line entre mujeres. Los
discursos que se han generado en torno a esta forma de “habitar la red”
nos hablan de los primeros pasos de una promesa del pensamiento y práctica
posfeminista, materializada en el trabajo en la red de mujeres net.activistas,
tal como indican Faith Wilding y Critical Art Ensemble
[21] . En este sentido, la definición del Ciberfeminismo
sería esencialmente subversiva por cuanto continúa la reivindicación
feminista fortalecida y especialmente activada por las maneras en que
se lleva a cabo la socialización de los medios y ésta se sigue nutriendo
de los estereotipos políticos y sexuales, y particularmente crítica
con la manipulación y definición de nuestras experiencias de mano de
las tecnologías. Esta idea de continuidad posfeminista expuesta por
Wilding y CAE [22] queda
clara cuando afirman que “el Ciberfeminismo no es diferente a
los demás feminismos y los temas como subjetividad femenina, separatismo,
y mantenimiento de los límites y de la identificación territorial están
destinados a surgir de nuevo, aunque en otros territorios feministas
parezcan muertos.” Continuidad
en la que también insiste Dan Cameron [23]
sugiriendo que la relación entre la liberación de la mujer y las
tecnologías de la información no es nueva y en este sentido por Ciberfeminismo
entenderíamos una de las materializaciones de la “cooperación entre
mujer, máquina y nuevas tecnologías”. Por otra parte, Paterson,
[24] a partir de la idea de Ciberfeminismo como filosofía
con poder para “crear una poética, pasión, identidad política y unidad
sin caer en una lógica y un lenguaje de exclusión o apropiación”, plantea
la posibilidad de reconstrucción de políticas feministas que defienden
la cooperación entre tecnologías y mujer, a través de la diversidad
de campos de acción y opinión que propician la teoría y la práctica
en detrimento de los factores divisorios. En
este contexto, y lejos de las nociones simplificadoras que sitúan al
Ciberfeminismo exclusivamente en la red, habría que matizar que
los territorios donde éste actúa se amplían a las industrias y estructuras
sociales físicas donde se piensa y fabrica tecnología (industrias del
software y hardware, centros de educación y política tecnológica, etc.),
además de a los lugares donde se consume -no sin motivo, aunque hasta
hace poco las mujeres no han estado representadas de manera significativa
en el proceso de fabricación y uso de tecnología compleja, si lo han
estado (y cada vez más) como consumidoras-. De hecho, no podemos olvidar
que la importancia de los medios es significativa siempre en relación
a la interacción que sugieren con el mundo real. En esta línea, podemos
observar como varias obras de net.art se piensan y desarrollan en ambos
contextos. Siberian Deal, por ejemplo, tiene lugar fuera y dentro
de la red, realizando una suplantación de las imaginaciones previas
al lugar (físico) con las proyecciones exactas (ahora virtuales) del
espacio y la experiencia real, extrapolando también la idea de exploración
territorial “física” a la vivida en los primeros años de colonización
del “erial virtual”. Brandon también contó con numerosas actividades
fuera de línea como foros y debates sobre género en distintas ciudades.
Insertos de Dora García se concibe como proyecto integrador entre
un espacio real y otro virtual; de ambos se nutre y a ambos precisa.
Y por supuesto, los proyectos eminentemente políticos y de crítica social
normalmente contemplan actividades y encuentros presenciales que forman
igualmente parte de las obras de net.art. Para
concluir, matizando un discurso que no pretende caer en el optimismo
exacerbado de Internet como panacea para la emancipación de las mujeres
y las prácticas artísticas liberadoras, pero también alejándonos de
las críticas escépticas del “todo esto lo hemos visto ya”, hemos de
reconocer que Internet para la mujer es un ámbito donde “hay que estar”,
sobre todo para producir y organizar un nuevo espacio habitado y apropiárnoslo
en nuestros propósitos como artistas, como mujeres, y sobre todo como
seres humanos. Sin olvidar que son la voluntad y la adaptación de las
políticas a los nuevos cambios tecnológicos, los únicos que pueden concretar
de manera efectiva las posibilidades de estos nuevos dispositivos para
el cambio social. De
hecho, tod@s tenemos un interés inmediato y vital en Internet, no sólo
por su carácter instrumental sino por las cuestiones sociales y políticas
que se derivan de ella para nuestra vida diaria (dentro y fuera de la
red). Al fin y al cabo las lecturas que se deducen de la intersección
“de la Mujer, el Arte e Internet” tratan del gran problema del ser humano:
habitar el mundo, el mundo interior (lleno de deseos, miedos y sueños)
y el mundo exterior (mediatizado por nuestra relación con los otros
y susceptible de ser multiplicado, simultaneado y complejizado en una
sociedad en red). De uno a otro se desplazan las artistas que trabajan
en la red, en una cierta nomadología de la deriva, cruzando fronteras
y habitando siempre de manera reversible, ideando formas de adaptar
nuestra política a los nuevos cambios (en la mayoría de los casos, tal
como diría Braidotti, “con fuerza irónica, apenas reprimida violencia
e ingenio vitriólico”), entrando en intersección con una infinidad de
“otros”, ... dibujándose como nuevos sujetos deseantes. NOTAS [1]
El concepto de devenir de Deleuze es una adaptación tomada de
Nietzsche. NO se plantea por lo tanto como oposición dinámica de opuestos
ni como desarrollo de una esencia que conduzca a una identidad sintetizadora.
Es, mas bien, la afirmación del carácter positivo de la diferencia (como
proceso constante y múltiple de transformación). DELEUZE, G. Y GUATTARI,
F.(1987): “A Thousand Plateaus: Capitalism and Schipzophrenia. University
of Minessota Press, Minneapolis.
[2] BAUDRILLARD, J. (1994): “De la seducción”. Cátedra, Madrid.
[3] ACKER, K. (1990): “In Memoriam to Identity”. Panteón Books,
Nueva York.
[4]
“Toda forma positiva se acomoda muy bien a su forma negativa, pero
conoce el desafío mortal de la forma reversible. Toda estructura se
acomoda a la inversión o a la subversión, pero no a la reversión de
sus términos. (...) Más que nada estrategia de desplazamiento (se-ducere:
llevar aparte, desviar de su vía), de desviación de la verdad del sexo:
jugar no es gozar. Ahí hay una especie de soberanía de la seducción,
que es una pasión y un juego del orden del signo, y es quien gana a
largo plazo porque es un orden reversible e indeterminado”. BAUDRILLARD,
J. (1994): Op. cit. 2: p. 27.
[5] Entendemos el hecho de “cruzar fronteras” en el sentido planteado
en: DELEUZE, G. Y GUATTARI, F. (1986): “Nomadology: The war machine”.
Semiotexte, Nueva York.
[6] DELEUZE, G. Y GUATTARI, F. (1987): “A Thousand Plateaus: Capitalism
and Schipzophrenia. University of Minessota Press, Minneapolis.
[7] DELEUZE, G. y GUATTARI, F. (1977): “Rizoma”. Pre-Textos, Valencia.
[8] BRAIDOTTI, R. (2000): “Sujetos nómades”. Paidós. Barcelona:
: p. 59
[9] HARAWAY, D. (1990): “A Manifesto for Ciborgs” en “Simians, Ciborgs
and Women”. Free Associaton Books. Londres.
[10] BAUDRILLARD, J. (1988): “The Ecstasy of Communications”. Semiotext(e),
Nueva York: p. 27.
[11] IRIGARAY, L. (1991): “Marine Lower of Friedrich Nietzche”.
Columbia University Press, Nueva York: p 133.
[12] Ibídem: p. 87.
[13] Larry McCaffrey “Interview with Willian Gibson”, citado en:
MCCAFFREY, L. (ed.) “Storming the Reality Studio”: p. 85.
[14] CIXOUS, H. (1995): “La risa de la medusa”. Ensayos sobre la
escritura. Anthropos, Barcelona.
[15] “Aquello contra lo que el discurso tiene que luchar no es
tanto el secreto de un inconsciente como el abismo superficial de su
propia apariencia y si tiene que triunfar sobre algo, no es sobre los
fantasmas y las alucinaciones grávidas de sentidos y contrasentidos,
sino sobre la superficie brillante del no sentido y de todos los juegos
que permite.” BAUDRILLARD, J. (1994): Op. Cit. 2: p. 56.
[16] BAUDRILLARD,
J. (1994): Op. cit. 2 : p. 83.
[17] DELEUZE, G. (1989): “El Pliegue”. Paidós, Barcelona.
[18] Ver: MITCHELL, W. J. (2000): “E-topía”. Gustavo Gili, Barcelona:
p. 19.
[19] Los multimedia, incluso en su aspecto más visual, y entre
las ubicuas pantallas de lo que debería ser un nuevo espectáculo, hacen
algo más que mejorar, extender o reproducir el sentido de la vista (...)
Aparece un medio sensorial completamente nuevo en el cual “empieza a
ser evidente que “tocar” no se hace sólo con la piel sino con la interacción
de los sentidos, “mantenerse en contacto” o “contactar” son cuestiones
de provechosos encuentros de sentidos, de traducir la vista en sonido
y el sonido en movimiento, sabor, olor”. Ver: MCLUHAN, M. FIORE, Q.
“War and Peace in the Global Village”: p. 71.
[20] STALBAUM, B. (1998): "The Zapatista Tactical FloodNet",
Electronic Civil Disobedience. http://www.nyu.edu/projects/wray/ZapTactFlood.html
.
[21] WILDING, F. & CRITICAL ART ENSEMBLE: “Notas sobre la condición
política del Cyberfeminismo”. Estudios online sobre arte y mujer.
w3art.es/estudios/ .
[22] Ibídem.
[23]
CAMERON, D. (2000): “Sobre feminismo: post-, neo-, e intermedio”.
“Zona F”. Consell General del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana.
Valencia.
[24] PATERSON, N.: “Cyberfeminismo”. Estudios online sobre
arte y mujer: w3art.es/estudios .
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